Las instituciones han apostado por las posibilidades del hidrógeno limpio con una batería de subvenciones y ayudas basadas en los fondos europeos Next Generation, pero inversores y consumidores aún presentan algunas dudas sobre su funcionamiento y sus ventajas por la escasa información disponible. Una de las principales inquietudes versa sobre su seguridad, al tratarse de un material obtenido mediante un proceso químico complejo, pero que no supone riesgo alguno en su uso comercial.
El hidrógeno verde es un vector energético capaz de almacenar energía que se obtiene de las renovables, como la energía fotovoltaica o la eólica, a través de un proceso conocido como electrólisis. Este proceso utiliza una corriente eléctrica para descomponer las moléculas del agua (H2O) en oxígeno e hidrógeno. A diferencia del hidrógeno que se utilizaba hasta el momento como alternativa energética, este proceso no requiere de hidrocarburos, con lo que se evita la emisión de CO2 a la atmósfera y se obtiene un hidrógeno 100% sostenible.
El hidrógeno es el elemento químico más abundante en la Tierra – constituye alrededor del 70% de la materia del universo -, aunque tiene el hándicap de que, al existir únicamente en combinación con otros elementos, es necesario someterlo a un proceso químico para aislarlo y permitir su uso. El ser humano convive de forma habitual con el hidrógeno sin que suponga perjuicio alguno. En sí mismo, es limpio y más seguro de manipular que otros combustibles, como la gasolina o el gasóleo, ya que su temperatura de autoignición es mucho más elevada.
Para garantizar la seguridad en el proceso de obtención del hidrógeno verde, como sucede con cualquier fuente de energía, la clave es cumplir estrictamente con la normativa en materia de producción, logística, transporte, almacenamiento y distribución, y disponer de herramientas avanzadas para minimizar los riesgos. Estos reglamentos son aplicables tanto a los electrolizadores como a las aplicaciones de celdas de combustible estacionarias y móviles del hidrógeno.
La apuesta de la UE por el hidrógeno verde
Una de las claves para el impulso del hidrógeno verde será la Estrategia Europea del Hidrógeno, en la que la Unión Europea lo erige como elemento esencial para lograr el objetivo de neutralidad de carbono en 2050 y para respaldar el acuerdo mundial alcanzado en el Acuerdo de París.
El plan se divide en tres fases (2024, 2030 y 2050), en las que se plantea una introducción gradual de su uso en diferentes sectores y la aprobación de medidas que le permitan ser más competitivo con respecto a otras fuentes de energía.
Además del esfuerzo europeo por convertir el hidrógeno verde en vector de la descarbonización, al menos 20 países han adoptado una estrategia nacional para impulsar su implementación en los sectores más difíciles de descarbonizar o están a punto de hacerlo, según un análisis realizado por el Consejo Mundial de la Energía (WEC, por sus siglas en inglés). Entre los gobiernos que han apostado por el hidrógeno verde están potencias económicas de todas partes del mundo, como Japón, China o Corea del Sur, mientras en Europa destacan Rusia, Francia, España y Portugal.
El hidrógeno verde se presenta además como una interesante oportunidad para inversores y fondos de inversión interesados en una industria emergente que está a punto de experimentar un crecimiento cualitativo. Todo ello es gracias al esfuerzo que se está realizando ya en investigación y desarrollo por parte de empresas como Ingenia Solar Energy (ISE).